En 1902 Vladimir Arseniev, un oficial del zar, explorador y etnógrafo, explora en los confines de Siberia y de China algunas regiones hasta entonces impenetrables para los euroeos. Un viejo cazador de la taiga siberiana, Dersu Uzala se convierte en su guía y amigo. Este es el relato que hace Arseniev sobre el protagonista, habituado a vivir sin compañía, a excepción de los animales. Un ejemplo de sagacidad e intuición para convivir con la naturaleza, de la que parece conocer sus secretos.
Dersu Uzala
Vemos en esta obra de Vladimir un verdadero canto a la naturaleza y a la amistad. Máximo Gorki fue un gran admirador de sus relatos de aventuras y está considerado un clásido de la literatura rusa. El director japonés Akira Kurosawa llevó al cine una adaptación de este gran relato.

La edición es de 1978 (primera de Grijalbo) y fue un regalo de Pedro Costa Morata (el ecologista) con una dedicatoria acorde con el libro, refiriéndose a las bondades de la naturaleza. Debió pensar que mi espíritu necesitaba un relato de estas características para compensar tanta literatura fantástica y ciencia ficción. Creo que por entonces estaba enganchada a «El Señor de los Anillos», primer tomo, los otros dos tardaron en editarse.
Leyendo el libro envidié, no al protagonista, sino al autor, al aventurero que recorría lugares desconocidos, algo cada vez más difícil en estos tiempos. Pocos lugares, al menos tan amplios, quedan por descubrir. Lo que estaba claro era que Dersu Uzala era el mejor compañero para una aventura en esa naturaleza tan salvaje. ¡Qué envidia!.