El ladrón de rostros, Ibon Martín

Tensión hasta el final

Hacía tiempo que un libro no me enganchaba tanto. A la tensión de las primeras páginas, que va en aumento, se añade una prosa perfecta y una ambientación que dan ganas de visitar los lugares, un paisaje rural en las montañas del país vasco, tradiciones, mitos, leyendas… y un asesino ritual en serie.

En Sandaili, una humilde ermita excavada en la roca, ha aparecido el cuerpo mutilado de una mujer asesinada mientras practicaba un antiguo rito de fertilidad. Su torso ha sido abierto y vaciado y las manos han sido colocadas a ambos lados de su abdomen en actitud de entrega. La escena reproduce, con macabra exactitud, las figuras de los apóstoles que Oteiza esculpió en la fachada de la basílica de Arantzazu. Las pruebas señalan que alguien realizó una copia de su rostro en el momento de su muerte. La inspectora Ane Cestero y la Unidad de Homicidios de Impacto emprenderán un viaje a las entrañas de la tierra donde se oculta lo más oscuro del alma humana. Es la tercera entrega de la inspectora.

Ibon Martín (Donostia 1976), autor ya consagrado, sabe muy bien como dar las dosis de información para tenernos en vilo y para hacer conjeturas que solo saldrán a la luz al final.

Otras de sus obras: “La danza de los tulipanes”, “La hora de las gaviotas»

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