Lagarto lagarto

Nagala Yunciel

Estornudar siempre fue para mí un tormento, y la culpa es de esos segundos que tarda en explosionar. Un momento incontrolable que, incluso estando solo, no sabes dónde va a aterrizar, y no digamos si estás con alguien y le cae toda la lluvia encima, o algo más pegajoso. No es algo silencioso que pase desapercibido. Mi estornudo suele ser escandaloso. Y esa noche, regresando a casa con mi padre en el coche lo vi venir. Era noche cerrada, regresábamos de visitar a mi hermana en el hospital porque había dado a luz. Un niño, como todos. Madre se quedó con ella. Estaba eufórica, era su primer nieto y no iba a dejar que nadie le robara esos momentos únicos, así que regresamos padre y yo solos.

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No volveré a llamarte engendro

Hablaba sola continuamente, como si ello me mantuviera en mi mundo, en mi vida cuando tenía vida, con familia, amigos y enemigos, un mundo que al abrir los ojos había desaparecido. En su lugar me encontré prisionera entre cuatro paredes transparentes, con menos espacio que en la estación espacial en la que había pasado dos años. Recordé la celebración de mi regreso a la Tierra por todo lo alto, donde consumimos de todo, y donde nada era en exceso. Y luego vino esta alucinación, porque se trataba de eso, de un “mal viaje”. ¿O no? Llamé a Jacob y golpeé las paredes transparentes de mi prisión, pensando que así me despertaría o despertaría a Jacob… pero no pasó nada, hasta que apareció algo inmenso y deforme.

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Las extrañas vidas de Elora Argay

Las extrañas vidas de Elora Argay3LIBRO3Hacía dos generaciones que los agujeros de gusano habían revelado todos sus secretos, se trataba de un portal a otros mundos. En el siglo XXVI ya se habían colonizado planetas, pues la Tierra estaba al límite de sus recursos y de su superpoblación. Se esperaban beneficios infinitos, tanto como el Universo, un negocio muy rentable. Casi como jugar a ser dioses.

Pero si los humanos podían utilizarlos para viajar, para ir a otros lugares, también podía entrar por ellos lo no esperado. Y ocurrió. Algo se alojó en la doctora Dheba Argay, la madre de Elora, algo inexplicable, abominable, que hacía desaparecer personas en menos de un segundo.

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Tres sombras tres

Relato

En 1969 los restos del pueblo de San Judas, anegado por el pantano Erial, vuelven a la luz después de una pertinaz sequía, la plaza empedrada, muros, el cementerio… recuerdos y vivencias de muchas generaciones, pero también regresa lo que se creyó enterrado para siempre.

«… se están repitiendo los hechos que creíamos haber enterrado para siempre. Ambros tenía razón y solo tú le creíste. Ambros no deliraba, ni tenía esas… reacciones irracionales. Lo que sea ha vuelto. Solo Ambros sabía la verdad y quizás también conocía cómo acabar con ello, pero no le hicimos caso. Y yo me pregunto si te dijo cómo hacerlo. Ya han muerto tres personas en un mes. Tres personas ¡con las tres sombras! ¡Tres!»

 

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Un pedido arriesgado

Novela corta de Nagala Yunciel, entre fantasía y realidad porque podría ser cierto. ¿Podríamos llegar a «crear» a la pareja perfecta a partir de seres reales? ¿Y si ciertas desapariciones forman parte de un plan determinado?

Sula culpa a la casualidad y al destino de haber echado a perder su vida. Decepcionada con su última pareja, entra en un juego que le da la oportunidad de escoger al compañero perfecto. Los primeros meses cumple todas sus expectativas, no sale de su asombro, vive en una dicha constante, en una nube de la que no quiere bajar, pero esa felicidad empieza a resquebrajarse cuando el hombre perfecto ya no le parece tal. Y lo peor es que está atada a él para siempre. Así son las reglas de ese siniestro juego. No puede reclamar, ni devolverlo, ni alejarse de él porque el castigo es inimaginable. Descubre que no es la única que ha caído en esta trampa y que existe un grupo de resistencia.

Nunca se hubiera imaginado ser capaz de lo que hizo para salir de esa situación, a riesgo de perder su vida o terminar siendo uno de ellos, ¿personas recicladas? Sigue leyendo