
Hablaba sola continuamente, como si ello me mantuviera en mi mundo, en mi vida cuando tenía vida, con familia, amigos y enemigos, un mundo que al abrir los ojos había desaparecido. En su lugar me encontré prisionera entre cuatro paredes transparentes, con menos espacio que en la estación espacial en la que había pasado dos años. Recordé la celebración de mi regreso a la Tierra por todo lo alto, donde consumimos de todo, y donde nada era en exceso. Y luego vino esta alucinación, porque se trataba de eso, de un “mal viaje”. ¿O no? Llamé a Jacob y golpeé las paredes transparentes de mi prisión, pensando que así me despertaría o despertaría a Jacob… pero no pasó nada, hasta que apareció algo inmenso y deforme.