Yla-ba, magia y misterio en un pasado remoto

La vida de Yla-bá cambia con el rapto de su madre y otras mujeres Shoalis, con ellas también se llevan parte de la energía con la que su Dios bendice a su pueblo. Yla, con quince años, se unirá a los tres hombres que salen en su busca hasta el territorio de los Shahiattis. En el viaje aumentarán sus dones de premonición y sus visiones serán más nítidas y reales, ve lugares y seres que no parecen de este mundo, echa de menos el buen criterio de su abuela Ellora, la Maga, como la llaman todos, e intenta seguir su consejo “haz caso de tus sueños”, pero no sabe interpretarlos, como tampoco entiende por qué se siente unida al forastero que les acompaña.
Desde que entran en el territorio más beligerante que conocen, dominado por la Gran Soberana Negure, se enfrentarán a hechos que escapan de la comprensión humana, como “el mal oscuro”, que ataca sobre todo a niños y jóvenes; el encuentro con desconocidos que parecen conocerles y ayudarles, o el extraño animal que acompaña al joven que ya le ha robado el corazón en sus sueños. Yla siente muy cerca la presencia de aliados con habilidades similares a las suyas, y con un mismo destino, acabar con los tres seres abominables que han dominado las vidas humanas desde siempre.
…………………………………..

–¡Yla-bá! ¿¡Has tocado a una Khaira-shei!? –dijo su madre al conocer los hechos–. Somos inmunes a los venenos de todas las serpientes, excepto al de ella. Es lo primeroque os enseñamos, Yla, ¿cómo se te ocurrió tocarla?
…………………………………..
(del diario de Baragom)
Cada uno de nosotros se hizo cargo de un grupo de humanos y escogimos caminos muy diferentes. Les enseñamos a establecerse y a sobrevivir, más pensando en nuestra conveniencia que en su bien. Fuimos para ellos el Dios que se imaginaron, o los dioses, según las necesidades, pero siempre éramos nosotros y nos gustó jugar a tener ese poder celestial. Era una sensación de dominio desconocida muy gratificante, tanto que preferimos seguir con ella en lugar de encauzar nuestras vidas como hubieran querido los seres de nuestro mundo, los Nashiras.
Los humanos se reprodujeron, pasaron muchas generaciones y nos seguían viendo como dioses, a veces como demonios, otras como ángeles, hadas y hasta como seres del inframundo. Podíamos ser todos ellos y más, eso lo decidían las circunstancias, nuestras necesidades, aspiraciones o la pura soberbia y desprecio por la especie humana.
Después de centenares de años, según el tiempo en este planeta, la humanidad ha evolucionado muy poco, mientras que nosotros no nos hemos convertido en energía pura, sino que cada día somos más humanos”
…………………………………..

Al igual que otras mujeres Shoalis, Yla tenía en el hombro la marca de su Dios, Dalem-Gun, dos líneas onduladas paralelas, como si se tratara de dos serpientes de distinto tamaño.
…………………………………..

En ocasiones cuando un alma abandona el cuerpo se ve una tenue luz que se eleva muy despacio por encima de nosotros –así se lo describía Ellora–, y a veces se detiene más de lo habitual para despedirse de sus seres queridos, porque el alma está todavía aferrada a la vida anterior o puede ser porque aún le quedan muchos sueños no cumplidos… Y esos sueños y esos recuerdos son como hilos de tela de araña que brillan como las lunas. Son tan frágiles que muchos se pierden en el camino…
…………………………………..
A Ellora la consideraban un intermediario entre el hombre y los espíritus, una maga, aunque ella nunca lo admitió, pero sus talismanes eran muy apreciados y ayudaban a quienes los llevaban. Todos los años por estas fechas las mujeres que bajaban a Dalem-Gun recibían el valioso regalo, la semilla de arce y en su interior una mezcla de elementos que les ofrecían aún más protección que la propia marca en su piel. A ese talismán especial Ellora le añadía una minúscula mota de la misma energía que albergaban los cilindros de la gran roca lunar del Santuario.

…………………………………..

Liaban no daba crédito a lo que veía, eran seres como los espantapájaros que hacía su padre en el huerto, solo que éstos ¡tenían un poco de vida! ¿Eran muertos vivos?, ¿eran fantasmas? Incluso ¡estaba el cuerpo de la Gran Soberana!, estaba sentado plácidamente como si solo estuviera reposando. ¿Y si despertaba?, ¿por qué estaba así?, pensó que lo fulminaría con la mirada, pero no miraba, parecía que ni siquiera respiraba. Uno de aquellos seres se movió un instante mirándole con súplica, los demás también hicieron un intento de acercarse a él, de tocarle…
j