Lo leí con ciertos reparos, pues no suelo fiarme de los galardones –El País lo considera el mejor libro del año 2000-, sin embargo me ha sorprendido por la manera de contar una historia aparentemente sin que ocurran grandes acontecimientos. Nat, el personaje principal, se aleja de todo para vivir en un pequeño pueblo, y desde el principio las cosas no le salen bien, mala vivienda, un casero despreciable, un perro que le hace poco caso, y con razón lo llama Sieso, aunque más tarde quiera cambiarle el nombre.
Que el título no llame a engaños, no es una novela de romance, sino de un amor, ¿amor?, que más bien es dolor, tristeza, celos…
Es una novela corta que va creciendo en desasosiego, pues de todas las ideas, las interpretaciones de lo que le ocurre o piensa, siempre escoge la peor. Los acontecimientos se precipitan y todo es como una cuesta hacia arriba, como la que hace Nat, llena de dificultades para ver desde arriba lo que no podía ver en esa vida rural que a veces los vecinos la emponzoñan.
Si leéis el libro veréis que hay más de un sieso entre sus personajes.
Me ha encantado, salvo porque siempre pierden los de siempre.